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Full text of "España en Cuba : episodio lírico-dramática en un acto, original y en verso"

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Los  ejemplares  de  esta  obra  se  hallan 
de  venta  únicamente  en  el  domicilio  de 
la  Sociedad  de  Autores  Españoles,  Salón 
del  Prado,  14,  hotel,  considerándose  como 
fraudulento  todo  el  qno  carezca  del  sello 
de  dicha  Sociedad. 


ADMINISTRACIÓN 


espasá  en  coba 

[PISODIO  LÍRICO-DRUMÁTICO  EN  UN  ACTO,  ORIGINAL  Y  EN  VERSO 
LETRA    DE 

D.  RICARDO  CARALLERO  Y  MARTÍNEZ 

MÚSICA  DEL  MAESTRO 

D.  VICENTE  PEYDRÓ 


-4^'*-^ 


MADRID 
CALLE  MAYOR.  NUM.  i6. 


JUNTA      DELEGADA 

DEL 
TESORO  ARTÍSTICO 

Libros  depositados  en  la 
Biblioteca    Nacional 


N."  de  la  procedencia 


ESPAÑA   EN  CUBA 


Esta  obra  es  propiedad  de  su  autor  y  uadio  podrá,  sin 
su  permiso,  reiiiipriinirla  ni  representarla  en  Kspaña  y  sus 
l)Osesiones  de  Ultramar,  ni  en  los  países  con  los  cuales  se 
iiayan  celebrado  ó  se  celebren  eii  adelante  tratados  interna- 
cionales de  propiedad  literaria. 

El  autor  se  reserva  el  derecho  de  traducción. 

Los  comisionados  representan  les  d(í  la  Administración 
I.,írico-Dramíitica  délos  Srcs.  Hijos  de  D.  Eduardo  Hidalgo, 
son  los  exclusivamente  encargados  do  conceder  ó  negar  el 
))ermiso  de  representación  y  del  cobro  de  los  derechos  de 
propiedad. 

(iueda  hecho  el  depósito  que  marca  la  ley. 


ESPAÑA  EN  CUBA 

EPISOOIJ  LÍRIGO-DRAWÁTICO  EN  UN  ACTO.  ORiPINiL  Y  tN  VERSO 
LETRA     DE 

D.  lUCAKDO  CAHAl.LEÍiO  V  MAKTLNEZ 

MÚSICA  DEL  MAESTRO 

D.  VICENTE  PEYDRÓ 


Estrenado  con  extraordinario  éxito  en  el  Teatro  Principal  de  la 

Coruna,  por  la  Compañía  de  0.  Eduardo  G.  Berges, 

en  la  noche  del  18  de  Abril  de  1896. 


FERROL 

ÍMPRENTA  Y  librería  TE    R.    PITA 
142  SINFíJRl.WO  LÓPEZ    I  42 

1896 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

MARÍA ^  Srta.    Ru  tort. 

EMILIA Sra.     Srndra. 

PANCHITA »        Galindc). 

RAFAEL Sr.      Bkrgks. 

DON   PABLO n         BiKso. 

TEÓFILO »        Guerra  (D.  R.) 

l'N   CABECILLA »        Peris. 

LN  SARGENTO »        Echavarry. 

Varios    insurrectos. 


La  acción  en  la  Isla  de  Cuba. — Época  actual. 


El  derecho  de  reproducir  los  materiales  de  orquesta  de 
•sta  obra  pertenecen  á  D.  Pablo  Martin,  á  quien  dirij/irán 
.US    pedidos    las    empresas    teatrales  (]ue  deseen  ponerla  en 


Al  "Excmo.  Señor 

cí9.  JCccíízata  ac  ¿atajzcuí  v  C^ íicclincí 


ér.:c.¿c.ic  ¿c  ^^c 


£lí  coicccKt  aC  líente  ?e  c'^ykcx  inocV^tvi  ■ozohwccxów  i\- 
icz<xt\<x  ct  ivotnGíc  JcC  \Í\k:>Kio2o  \\  coiicietiíJVi3o  cicvúoz, 
aC  pa^  cine  ?iguí>iiiio  c?¿fe  3e  fa  (Hoí.poz.acióíi.  ó  cine  tengo 
et  nottoí  íe  pettencoej^,  \\o  \\\c  guia  tná^  otjeto  cine  ci 
Se  ftacet  patente,  por  eíte  nie?ic,  ef  agi^aSect-vniento  cine 
¡nota  u  non  tacamente  fe  Seto  pot  fo¿  oanoA  conde  jo:>  ii 
a|ectnoda  aniiotaS  con  ane  siempre  nte  fi-a  íavotecico. 

¿Icéptefa  ^.j  pued,  no  por^  ío  avie  vafe, — C|iie  eo  Gien 
poco, —  ."'ino  como  nna  ?cfnf  nuie^tta  ?ef  sincero  afecto 
gne  fe   proiexn  .■«n  feaf  amigo  tj  j>ií Got?ina?o 


q.  S.  M.  B. 


720667 


ACTO    ÚNICO 


Antesala  que  dá  al  campo,  en  la  planta  baja  de  la  casa  que 
ocupa  el  dueño  de  un  ingenio  en  la  jurisdicción  de  Matan- 
zas. Al  foro,  en  el  centro,  gran  portalada  que  sirve  de  en- 
trada, á  cuyos  lados  figuran  dos  g-randes  tiestos  ó  maceto- 
nes  con  plantas  tropicales;  á  la  izquierda  de  dicha  porta- 
lada, ventana  de  gran  tamaño  con  reja;  á  través  de  ambas 
deben  distinguirse  un  vasto  caña\eral  y  lejanas  algunas 
palmas  y  cocoteros,  lín  la  pared  del  foro,  al  otro  lado  de 
la  portalada,  un  retrato  con  marco  dorado  representando  el 
busto  de  un  caballero  como  de  32  años;  debajo  una  cómo- 
da ó  mesa  de  sala:  muel)les  de  rejilla.  Kn  primer  término, 
á  la  derecha,  dos  mecedoras,  y  en  medio  un  velad(jr  con 
bandeja,  copas,  un  tarro  de  ginebra  y  una  caja  de  tabacos.. 
Puertas  laterales  que  conducen  á  otras  habitaciones.  De- 
recha é  izquierda  las  del  actor. 

ESCENA  PRIMERA 

PAXCHITA  junto   á    la    puerta    del    foro,    y    'rEÚFILO 
(|ue  entra  por  la  misma  fatigado. 

Pan.     C^rasias  á  Dio  que  ha  vem'o. 

;  Y  el  anio.^ 
TEr3.  Acá  vega  luego. 

Hoy  anda  mucho;  he  cansáo. 

Duéleme  pié. 

Pan.       Indicándole  una  MKwdoia.     Sienta. 
TeÓ.        Sentándose.  vSIcntO. 

Pan.     ;De  onde  viene?  .-.atando^. 
TeÓ.     '  Te  dilé: 

Hemo  etáo  en  el  ingenio 

de  José  Manué,  que  etá 

tó  peldío:  po  supuesto 


—  8  — 

que  é  s'a  tenío  la  cupa 

po  mole:  ya  le  ijelon, 

no  muela;  pelo  molió, 

y  le  han  molió  lo  güeso, 

y  ha  peldio  la  molienda 

sin  dejale  ná,  ni  eto. 

Se  han  ye\áo  cabayo,  jente, 

toa  la  ropa,  tó  e  dinelo; 

hubo  mucha  guaraj^eta, 

y  á  la  tinca  pega  fuego, 

y  á  la  caña. 
Pan.  ¡Dio  me  valga! 

Tf:<3.     Tó  etá  tiláo  po  lo  suelo: 

y  á  la  m.ulata  Maltina, 

1  han  pueto,..    ¡cómo  l'han  pueto! 

Tá  jecha  una  vela  eíinge.  . 
Pan.      ¡Qué  balbalidcá!  ;Y  tó  eso 

pa  qué  lo  jasen? 
Te(3.  Pa  daño 

una  idea  de  lo  güeno 

que  ha  de  sé  la  independensia 

de  Cuba  libe. 
Pan.  ¡Sopencos! 

Guádeno  Dio  de  esa  jente: 

glasia  que  acá  no  vinielon. 
Tk(').    Po  mida:  según  notisia 

disen  que  vienen  juyendo 

pa  esta  paite. 
Pan.     Asasta,ia.  ¡Made  mía! 

TeÓ.      ;Qué  es  modena? 
P"^^.  Que  lo  nielvo 

se  me  lian  engalabitao; 

mida,  mida  como  tiembo. 
Tko.     No  tenga  susto,  Panchita, 

que  no  malchamo  mu  luego 

pa  la  Habana;  su  mesé 

eta  tade  lo  ha  dipuesto. 

Pan,        ¡Ay!...    Tranquilizáiulosf. 

Teí).  ;Te  ha  pasáo? 

Pan.  ■  Palcse 

íjue  se  han  colocao  lo  güeso 

en  su  lutrá... 


—  1»  — 

Tb(3,     ofiofit'ii.ioio  Hiia  copa.  Toma  un  tago 

de  gineba,  que  é  mu  güeno 

pa  lo  suto. 
Pan.     uooimziíndoio.    Quita,  quita. 
Teó.     Vamo,  niña,  insisiiondo. 
Pan.     Volviendo á n'hiisar.    Queooquielo. 
Tlíó.      Mida:  pue  lo  tomo  yo 

pa  que  te  jaga  povecho.  ímh-. 

¿Ande  etá  niña  Madía? 
Pan.     Con  niña  Emilia  aya  dentó. 

La  pobe  yoda  que  yoda 

sin  tené  pá  ni  sosiego; 

como  niño  Rafaé 

dede  lo  de  Coliseo 

en  que  lo  hidiedon,  no  eclibe 

ni  una  leta,  clén  qu'a  niueto. 
Tf:Ó,      Niña,  si  la  última  calta 

disía  quietaba  güeno, 

y  que  salió  á  incompolase 

á  su  coluna... 
Pan.  Pelo  eso 

jase  un  mé,  y  dede  etonse 

no  se  sabe  ná.  ;E1  coleo 

no  ha  venío? 
Te(3.  Ni  vendrá. 

Pan.     ;Po  que  causa? 
Te(').  Po  que  han  pueto 

una  bomba  e  dimanita 

enterra,  y  en  e  momento 

de  pasa  locomotola, 

¡patapún! 


Pan. 

Tfó. 

Asusta...          ¡Ay! 

Loinsuleto 

son  atóse. 

Pan. 

;Pa  qué  jasen 

tanto  destrupisamiento? 

Tk('). 

Pos...  pa  daño  ota  muesta 

de  la  cultula  v  pogueso 
de  Cuba  libe.' 

Pan. 

¡Candela! 

Teó. 

Su  mesé  me  dijo  eto 

po  el  camino. 

—   10  — 

Pan.  •  A'  su  mesé 

onde  etá: 

Teó  Va  viene  preto, 

que  táe  cabayo  cansáo 
y  anda  como  lo  canguejo. 


ESCKNA    II 

DICHOS    y    liMILIA.    Puerta  iz(|uiei-da. 

Emi.      ;Qué  hacéis  aquí? 
Pan      u-vánt:uisc  suiíiipmiidos.   ¡Niña  Emilia! 
Emi.      ¿Ha  venido  ya  mi  abuelo? 
Teó.     Ya  hemo  venío;  é  desí: 

yo  vine,  e  viene  viniendo 

poco  á  poco.  Aquí  etá  ya. 

Voy  á  yevale  e  canelo 

á  la  CUada  .    Sale  por  ol  foro. 

Emi.     a  Panchiía.       Yé  tú  á  ver 
si  mamá  quiere  algo. 

Pan.       líotinindose  puorta  izquipida.      GüenO. 

ESCExXA  III 
ExMILIA    y    D.    P.ABLO    por    el  foro. 

Pab.      ¡Emilia! 

Emi.  Por  fin.   Ya  estaba 

con  cuidado;  usted  nos  dá 

cada  susto...  ¡Todo  el  día 

ausente! 
Pa13.  Hay  necesidad, 

hija,  de  adtjuirír  noticias 

por  si  procede  tomar 

una  determinación; 

esto  se  pone  muy  mal; 

ya  las  partidas  se  corren 

hacia  esta  parte. 
1->MI.  ;l^s  verdad? 


—  11  — 

Pab      Deso-raciadamente:  pero 
no  te  alarmes,  todo  está 
calculado,  y  por  si  acaso, 
mañana,  sin  mas  tardar, 
saldremos  para  la  Habana. 
Fuera  una  temeridad 
el  permanecer  aquí 
expuestos  á  la  crueldad 
de  esas  hordas.  ;Y  tu  madre, 
más  trancjuila? 

Emi.  De  llorar 

no  cesa  un  instante;  como 
nunca  llega  carta... 

Pab.  Hah, 

eso  no  quiere  decir... 
ni  es  razón  para  augurar... 
tal  vez  el  chico  estos  días 
se  halle  de  marcha,  ó  quizás 
acampado  en  sitio  donde 
no  le  sea  dable  trazar 
dos  renglones , 

Emi.  ¡Ay,  abuelo; 

tanto  silencio  es  de  mal 
presagio ! 

Pab.  Cálmate  niña; 

ten,  por  Dios,  serenidad. 

Emi.      ¡Si  vive,  cómo  no  ha  escrito? 

Pab.     Dale  bola.  He  dicho  ya 

que  tal  vez  no  pueda;  pero 
supongamos  además 
que  escribió,  y  supongamos 
que  dé  la  casualidad 
de  que  viniese  la  carta 
en  ese  tren,  que  volar 
lograron  esos  caribes. 

P2mt.     ¿Han  volado  un  tren? 

Pab.  Si  tal; 

y  con  dinamita,  hija: 
es  acto  de  humanidad, 
ardid  de  guerra  muy  propio 
de  la  hiena  y  el  chacal. 
¡Y  esos  son  los  que  proclaman 


ia  independencia!    ¡Esos  van 
á  hacerte  feliz!    ¡Pobre  isla! 
¡Pobre  Cuba! 

Emi.  ¡Cuan  fatal 

es  esta  guerra! 

Pab.  No,  hija; 

esto  no  es  guerra,  esto  es  más: 

esto  es  irrupción  de  bárbaros 

inspirados  por  Satán, 

dignos  solo  de  esterminio 

y  anatema  universal. 

Yo  soy  viejo,  nada  valgo, 

nieve  mi  cabello  es  ya, 

pero,  te  juro  que  siento 

el  corazón  palpitar 

y  arde  en  mis  venas  la  sangre 

á  cada  nuevo  d?smán. 

Dos  noches  hace,  invadieron 

el  ingenio  de  Alcaraz; 

nadie  opuso  resistencia 

en  palabras  ó  ademán, 

pues  sin  embargo,  el  instinto 

los  condujo  á  la  impiedad. 

Del  saqueo,  del  pillaje 

y  del  incendio  voraz 

los  tristes  restos,  yo  mismo 

acabo  de  contemplar. 

Emi.     No  concibo  á  sangre  fría 
tanta  saña,  tanto  mal... 

Pah.     No  fui  yo  así:   para  el  débil 
no  tuve  rencor  jamás  . 
Una  noche, — aún  tú  no  habías 
nacido,  — llegó  al  umbral 
de  nuestra  puerta  un  herido 
pidiendo  hospitalidad. 
l^>ase  un  separatista, 
(jue  tras  de  lucha  tenaz 
con  nuestras  tropas,  huía 
á  la  ventura,  al  azar. 
Sangre  su  herida  n'ianaba, 
y  la  palidez  mortal 
de  la  aníTustia  v  el  terror 


se  retrataba  en  su  faz. 
— Huye  de  aquí,  desgraciado, 
le  dijo,  al  verle  llegar 
tu  padre. — ¡Por  Dios,  socorro! 
gritó  el  herido  en  su  afán: 
«me  persiguen,  un  caballo, 
socorro...  por  caridad; 
tengo  esposa,  tengo  hijos, 
y  solos  van  á  quedar.» 
Conmovióse  á  esto  tu  padre, 
tu  madre,  ángel  de  bondad 
intercedió,  y  aun  yo  mismo 
le  demostré  mi  piedad 
restañando  sus  heridas 
y  un  caballo  díle,  el  cual 
á  través  de  la  manigua 
su  vida  logró  salvar. 
Nuestro  proceder  compara 
con  los  actos  de  crueldad 
con  que  hoy  el  separatismo 
ultrajándonos  está. 

ESCP:XA  IV 

DICHOS  y  MARÍA.   Puerta  izquierda. 

Emi.     (Mamá  viene.) 

Pab  (Disimula.) 

Mar.      Padre.    Cn  ansiedad. 

Pab.  María. 

Mar  ¿Hoy  tampoco 

tenemos  carta? 

Pab.  No,  hija. 

Mar.    ¡Válgame  Dios!   Tú  los  ojos  Pm  r.miii:! 
los  tienes  de  haber  llorado. 
A  D.  Pablo.  ¿Porqué  oculta  usted  el  rostro- 
Algo  saben.   ¿Mi  hijo  ha  muerto, 
no  es  eso?  Decidlo  pr.onto, 
matadme  ya  de  una  vez. 

Pab      Hija,  recobra  el  reposo. 

Emi.     Vamos,  mamá. 


—  14  — 

Pab.  El  correo 

falta,  porque  falta  á  todos, 

porque  no  hay  nada  seguro, 

porque  lo  han  volado. 
Mak.  ¡Cómo! 

1*AB,     \'olando  el  tren:   otra  hazaña 

de  esos  cafres. 
Mar.  No.  Conozco 

en  su  cara  que  me  engaña. 
Pab.      ¡María! 
Mar.  Que  trata  sólo 

de  consolarme;  mas  yo 

siento  aquí  dentro,  en  el  fondo 

del  corazón  un  gran  peso, 

y  una  voz  siniestra  oigo 

que  me  grita:    «Pobre  madre, 

sufre  y  llora. . . »  y  sufro  y  lloro . 
Pab.     Tú  te  has  propuesto  matarte 

y  matarnos.  (Sus  sollozos 

parten  el  alma.) 
Mar.  ¡Soy  madre! 

¿Qué  he  de  hacer,  si  de  mi  gozo, 

del  hijo  de  mis  entrañas 

ha  tiempo  la  suerte  ignoro? 

Oyese  el  tociue  de  <.ilto>  de  una  corneta. 

¿Qué  es  lo  que  escucho? 
Pab  (¡Ese  toque... 

qué  será.   Dios  podei-oso! 

ESCENA  y 

DICHOS  y  n^EÓFILO,  que  entra  corriendo,  foro. 

Tro.     ¡Mi  amo,  mi  amo!  Topa, 
Pab.       ^  ¿Tropa? 

Te().     Véala  su  mesé. 
Mar.  ¿Qué  oigo? 

¿Aquí  tropa? 
Teo.  ])e  epanole. 

Mar.    ¡Aquí  tropa!  Salga  pronto; 

tal  vez  alguno  conozca 


—  35  — 

á  m¡  hijo,...  vea  como 

indaga...  ¡Mrgen  piadosa!.. 

Corra  usted,  padre, 
Pab.  Ya  corro; 

pero  cálmate  hija  mía. 

(Dios  se  apiade  de  nosotros.)  ¡sai.por.i  icio  a.iíci 
Tfa).    Yo  me  voy  trá  su  mesé 

pá  ole;  po  que  no  soy  bobo: 

cuando  acá  vení  la  topa 

é  que  se  teme  algo  goldo.   saif  poi  piforo,  dirooba. 


ESCENA    VI 


MARÍA  3'  EMILIA 

Música 

Emi.  Deseche  la  amargura, 

mitigue  la  aflicción; 
en  breve  la  ventura 
presagia  el  corazón. 

Mar,  Xo  puedo,  aunque  lo  an 

la  pena  desechar: 
es  mi  destino  impío 
llorar,  sólo  llorar. 

Desde  que  triste 
su  suerte  ignoro, 
no  ceso  un  punto 
de  padecer. 
¡Muerto  está  el  hijo 
que  tanto  adoro: 
bien  el  silencio 
lo  dá  á  entender! 
Emi.  No,  madre  mía, 

tal  pensamiento 
ya  de  su  mente 
puede  alejar; 
ese  funesto 
presentimiento 
eco  en  su  pecho 


-   16   - 
no  debe  hallar. 

Mar.  El  es  toda  mi  ventura, 

él  es  toda  mi  ilusión: 
su  silencio  de  amargura 
ha  llenado  el  corazón. 
Lágrimas  mías 
corred,  corred, 
llorad  al  hijo 
que  tanto  amé. 
Emi.  l^eje  esa  ruda 

lucha  cruel 

y  en  Dios,  ¡ay,  madre! 
ponga  la  fé, 

Mar.  Es  en  vano; 

yo  presiento 

mi  tormento, 

mi  penar; 

y  no  puede 

ya  mi  alma 

paz  ni  calma 

recobrar. 
Emi.  Cese  la  negra 

duda  cruel. 
Mar.  Harto  la  aumenta 

e^Ste   papel.   Mosnamlo  uiki  «ii-la. 

Emi.  ¡Su  carta! 

Mar.  Sí,  su  carta; 

consuelo  y  aflicción. 
Deja  que  otra  vez  la  lea 
y  la  bese  con  pasión. 

LÓP  con  sciitiuiieiito  y  cadencia  aeoiupanaila  dv 

«Madre:  curado  del  mal 
»que  los  rebeldes  me  hicieron. 
»ayer  mañana  me  dieron 
»de  alta  en  el  hospital. 
»Euime  derecho  al  cuartel, 
ícontento  de  verme  sano: 
»a]lí,  me  estrechó  la  mano 
»m¡  jefe,  mi  Coronel, 
»y  entregándome  un  diploma 


—  17  — 

»me  dijo: — De  la  Regente: 
»es  recompensa  al  valiente 
»que  vertió  su  sangre;  toma. 
íLo  leí,  casi  llorando, 
»llorando  de  reg-ocijo; 
»madre:  \a  tiene  usté  un  hijo 
»con  la  cruz  de  San  Fernando. 
sOrden  después  recibí 
»de  ir  á  Colón;  en  el  día 
»allí  está  mi  compañía, 
»y  he  de  incorporarme  allí. 
»Tomo  el  camino  mañana; 
»desde  allá  escribiré,  madre; 
»dele  usté  un  abrazo  á  padre 
»y  otro  apretado  á  mi  hermana. 
»Y  usted,  en  muestra  del  fiel 
«cariño  que  la  profeso, 
«reciba  un  amante  beso 
»de  su  hijo  Rafael.»   (vsn  !;ioi,,uosia. 


Hablado 

Mar.    Cerca  de  un  mes  hace  ya 
que  aquí  esta  carta  llegó; 
dice  que  á  Colón  marchó 
y  allí  corrió  sangre...  ¡Ah! 
¡Vé  si  este  llanto  que  vierto 
no  es  fundado.  En  mi  sentir, 
cuando  no  ha  vuelto  á  escribir 
me  lo  han  muerto,  me  lo  han  muerto! 

Emi.     No,  por  Dios;  deseche  usté 
ese  pensamiento  impío; 
mire,  mamá,  yo  confío 
en  lo  contrario;  ¡pues  qué? 
¿habrá  de  ser  tan  fatal 
nuestra  estrella?  yo,  en  mi  anhelo, 
alzo  mis  preces  al  cielo 
porque  lo  libre  de  mal. 

Mar.    Tú,  de  la  ilusión  en  pos 
hija,  abrigas  confianza. 

Emi.     Es  que  yo  tengo  esperanza... 


—  18  — 

¡pues  no  he  de  tenerla!  en  Dios. 

Verá  usted  como  le  vemos 

libre  de  todo  cuidado 

y  contento  á  nuestro  lado, 

cuando  menos  lo  pensemos. 

Ya  vercá  usted  con  que  gozo 

nos  abraza  el  mejor  día; 

ya  verá  usted  que  alegría; 

ya  verá  usted,  que  buen  mozo 

vuelve,  á  su  madre  buscando  ■• 

y  de  gloria  satisfecho, 

luciendo  sobre  su  pecho 

esa  cruz  de  vSan  Fernando, 

ESCP:NA  VII 

DICHAS,  D.  PAHL(1  y  el  SARG1<:NT0,  foro  derecha. 

Pab.     ¡Adelante,  militar,  Desdóla  pm-ita. 
pase  usted;  vamos,  adentro, 

vSAR.       Pero   señor...    Rosistiómloso  ai  ver  l¡is  scfioias. 

Pab.     insiMie.ui...  Adelante. 

vSak.     Pero,  es  qué... 

Pab.     Kntian.  Sin  cumplimientos, 

P^Stá  en  su  casa.  Mis  hijas,    Presentándolas. 

Sar.     saindando.  Por  muchos  años.   Selebro... 

Mar.      (jraciaS.    correspondiendo  ai  salndo. 

Sar.  (Bonitos  perfdes  ) 

Pab.     AMaría.  p^ste  scñor,  cs  Sargento 

que  viene  á  ocupar  el  fuerte 

que  se  encuentra  al  otro  extremo 

del  camino. 
Sar.  Aquí  me  mandan 

destacáo,  con  un  ejérsito 

de  veinte  hombres  y  un  corneta 

pá' defender  el  ingenio 

de  mambises,  porque  disen... 
Pab.     (Calle  usted.)  po,  i„  bajo. 
Sar.     (.orlado.  Digo...  dijeron... 

Mar,      ¿Qué?  Con  ansiedad. 

Pab,  (Calle  usted!)  insistiendo. 


-  19  — 
Mar.    Coa  cíocitnt.' inicn^s.       Continúe. 

SAK.       (i  Demonio!)  sin  sal.or  «iiK-  liaccr. 

Pab.     Acontuandci  la  fiase.  (;No  entiende?) 

Sak.     Coinpicndiciuio.  (Entiendo.) 

Pos  disen...  que  no  hay  noveá,... 

que  está  mú  tranquilo  esto; 

pero...  que  por  un  si  acaso... 
Pab      coitaudo  la  ouv.isación.    Mira:  marchad  allá  dentro, 

id  preparándolo  todo 

porque  mañana  saldremos 

para  la  Habana. 

íMAR.      Alarmada  ;Qué  dicC? 

¡Luego  hay  peligro! 

Pab.        riocuianclo  trantiuilizaila.  NocreO... 

hoy  por  hoy  no;  mas  pudiera 

otro  día  quizá  haberlo. 

vSiempre  allá  estaréis  mejor; 

mucho  más  seguras... 
Sar.  Eso... 

premita  usté  que  le  diga 

que  estando  aquí  Juan  Bermejo 

con  su  gente,  no  ha  de  habé 

naide  que  las  toque  al  pelo. 
Pab.     Gracias. 
Sar.  y  no  es  fantesía, 

ni  exagerasión . 
Pab.  Comprendo. 

Sar.     lis  un  debe  de  presona 

que  se  presia  c  cabayero, 

de  sordado  y  de  español 

y  de  noble  sentimiento. 
Pab.     No  desmiente  usté  el  origen 

ni  la  hidalguía  del  suelo 

donde  nació.  Conque,  vaya,  a  :María. 

retiraos;  id  previniendo 

lo  necesario  al  viaje. 

Mar.      \'amOS,    Emilia   Saliula   ai    .'^argento,  con  una  ¡nclinaiiOu  de  cabe- 
za; rstc  c-uiitesta  i:n  la  proiiia  forma. 
Pab.       Acompañándolas  hártala  puerta.  HaSta  luegO. 


ESCENA   VIII 
\).    PAHl.O  y  SARGKN  rO 

Pab.     iiuiiniM.iuic  uMii  i.Mr(ii„i;>.    Haga  el  favor  de  sentarse, 

y  aunque  corta  la  fineza, 

espero  que  no  rehuse 

uua  copa  de  ginebra  si.vj.-nciui,-. 

y  un  tabaco. 
Sar.  Si  es  empeño  .. 

Pab.     Tengo  gusto  en  ello. 
Sar.     Hi'biciHio.  Sea.' 

Pab.     ;Qué  tal? 
Sar.  Hombre,  no  soy  voto; 

esto  podrá  ser  un  nétar, 

pero  á  mí,  para  bebía 

la  mansaniya  e  mi  tierra. 
Pab.     Encienda  usted.  Miu1..1c  un  iv.síoto, 
vSar.     KiKieiuic.  Muchas  grasia. 

¡Gran  tabaco!  ¡cosa  güeña! 

¡Superior!  .Siiboieiuuioio.  ¡Vaya  un  aroma! 

¡Pos  no  es'náa  la  diferensia 

que  hay  de  esto  á  las  tagarnina 

que  .dá  la  Tabacalera! 

Usté  no  ha  fumáo  en  España. 
Pab.      Antes  de  venir  á  América. 
Sar.     ;Pero,  usté  no  nasió  aquí? 
i^AB.      En  Barcelona. 
Sar.  ¿Qué  cuenta? 

Entonses  sernos  paisanos; 

Harselona  y  Antequera 

son  siudades  ayasentes. 

y  casi  casi  gemelas. 

;Y  cómo  ha  venío  á  parar?.. 
V \n      Consagrado  á  las  tareas 

del  comercio,  vine  á  Cuba 

representando  á  una  empresa 

mercantil,  y  trabajando 

con  acierto  y  con  ]:>rudencia 

rt^alicé  un  rapiírdito, 


__  21   — 

con  ei  cual,  y  por  mi  cuenta 

me  establecí,  dedicado 

á  la  industria  azucarera. 

Aquí  me  casé  y  aquí 

enviudé;  sólo  me  resta 

de  mi  matrimonio  una  hija, 

la  que  también,  ¡suerte  adversa! 

ha  un  año  quedó  viuda 

con  dos  hijos,  varón  y  hembra. 

Sar.     ¿Casó  con  americano? 

Paí;.      Xo,  señor:  mi  yerno  era 
como  yo,  peninsular. 
¡Pobre  Julián! 

Sak.  ¡Toas  son  penas! 

Pah.      Ahí  tiene  usted  su  retrato. 

Mostiáiulolo  el  df  la  i.arod  d.'!  fond... 

Sar.     ¡Aja,  ja:  buena  presensia! 
¿Y  murió  aquí? 

Pam.  Xo:  en  líspaña. 

Al  terminar  la  otra  guerra 
no  probándole  este  clima 
marcharon  para  A'alencia, 
Allí  nacieron  los  chicos; 
dióle  al  varón  la  carrera 
de  las  armas... 

Sar.  ¡Hola,  hola! 

Pab.     y  empezó  con  muerte  en  ella: 
hoy  día  ya  es  capitán, 
y  con  varias  recompensas. 

Sar.     \'amos... 

Pah.  Al  morir  su  padre, 

;qué  hacer?  á  mi  hija  y  mi  nieta 
me  traje:  son  las  que  usted 
ha  visto.  El  chico  se  encuentra 
también  aquí. 

Sak  ¿En  la  casa? 

Paií.  X'o,  en  campaña:  y  nos  apena 
ver  cjue  ha  pasado  ya  un  mes 
sin  escribir  una  letra. 

Sar.     Eso  no  tié  náa  de  extraño. 
¿Saben  la  vida  que  yevan 
las  columnas?  ¡Pos  no  es  náa! 


_-  22  — 

¡Si  no  descansan  siquiera! 

jvSi  too  se  güerve  marcha 

y  contramarcha,  y  esetra. 

¡Si  huyen  esos  condenaos, 

ó  se  los  traga  la  tierra, 

y  tan  pronto  están  aquí 

como  á  tres  ó  cuatro  leguas! 
Paíí.     ;Y  cree  usted  cjue  nos  visiten? 
Sar.     Hombre,  según  confidensias, 

ya  dije  á  usté  que  es  probable; 

que  en  grupos  de  unos  sincuenta 

juyendo  e  Pinar  del  Río 

vienen  por  la  parte  esta. 

Por  eso  me  han  destacao, 

pá  evitarle  contingensias 

á  los  colonos;  usté 

esté  tranquilo  y  no  tema. 

De  aquí  al  fuerte  hay  pocos  pasos 

y  yo  hé  de  pasar  en  vela 

la  noche. 
Pah.  Yo,  por  mi  parte 

también  he  de  estar  alerta. 
Sak.     listé  me  avisa  con  tiempo... 
Par.     ;Cómo? 
Sar.  Pós  con  una  seña, 

y  al  punto  me  tiene  acá. 
Pak.  Bueno;  más  la  seña  esa... 
vSar.     Cualquier  cosa:  una  fogata 

serca  de  la  carretera, 

enfrente  del  fuerte. 
Pah.  Hien. 

Sak  .     Porque  por  la  parte  aqueya 

no  puen  venir;  de  este  lao 

si  acaso.  Conque,  cautela 

y  ánimo  y  sereniá, 

y  me  voy,  que  está  mu  serca 

la  noche. 
Pah.  Sí;  )a  obscurece. 

Sar.     :Y  no  quiere...  con  franquesa, 

que  le  mande  cuatro  hombres 

pa  que  vigilen?  \o  cuesta 

la  cosa  náa... 


Pab.  No,  señor; 

no  quiero  causar  molestias. 

Tengo  criados  bastantes; 

los  pondré  de  centinelas 

por  si  llega  el  caso.. . 
Sak.  ;Es  gente 

de  satisfasiónV 
Pab.  a  prueba. 

Sak.    Entonses... 
Par.  Adiós,  Sargento, 

y  gracias  por  sus  ofertas. 

Retírase  p1  Sargento  por  el  foro  dcrctlia. 


ESCENA    EN 

D.  PABLO,  después  TliÓPILO,  toro  izquierda 

Pab.      ¡Buena  se  nos  viene  encima! 
¡Diantre  de  contratiempo! 
¡Teófilo! 

TE(J.       Entrando.     Señó. 

Pab.  Atiende. 

TE(3.      Diga  su  mesé,  ¿qué  es  evo? 
Pab      ¿En  donde  está  el  mayoral? 
Teó,     En  e  batey. 
Pab.  Pues  corriendo 

vé,  y  dile  que  necesito 

hablar  con  él,  que  le  espero, 

que  venga  inmediatatnenie. 

Anda  volando. 

Teó.       Sale  eorriciiilo  por  ti  foro  izquiínla.  "^'a  VUclo. 

ESCENA    X 
D.  PABLO,  después  PANCHÍTA,  con  luces. 

PAí}         ]Ksdc  la  puerta  iz.juienla.    ¡AvCf,    luCC's!    DispOndré 

que  el  mayoral  y  Marcelo 
y  el  maquinista,  los  tres. 


—  24  — 

cada  uno  con  dos  morenos 
vigilen  toda  la  noche 
y  avisen  en  el  momento 
que  adviertan  algo, 
no  turben  nuestro  sosiego 
y  pueda  alejar  mañana 
á  la  familia. 

Pan.        Sali.Mulo  ron  luces.   Aquí  dejO 

la  candela.  La.s  coloca  sobro  la  cómoda 

R.tiiiimiosc.     Güeña  noche. 
Pab.     Buenas  y  santas.  Prefiero 
aunque  pérdidas  me  cueste 
abandonar  el  inofenio. 


Música 

Maldita  la  guerra 
que  asóla  este  suelo; 
la  paz  y  el  consuelo 
perdí  del  hogar; 
y  pienso  y  me  aterra, 
y  lucho  y  me  aflijo, 
sin  nuevas  del  hijo 
que  calmen  mi  afán. 

¡Muerto  tal  vez!    ¡Dios  mío! 

¡Muerto!    ¡Mi  amor! 
¡Muertas  las  ilusiones 

del  corazón! 


Adiós,  campo  fértil 
de  eterna  verdura, 
en  tí  la  ventura 
feliz  disfruté. 
Adiós,  hogar  santo 
de  dulce  recuerdo; 
no  sé  si  te  pierdo 
por  siempre  tal  vez. 

¡De  í  me  alejo,  ¡ay    triste, 
ron  mi  dolor! 


—  25  - 

¡Adiós  hogar  del  alma, 
adiós,  adiós! 


Hablado 

Con  honda  pena,  ¡ay  de  mí! 

de  estos  lugares  me  alejo 

donde  de  felices  días 

guardo  en  mi  mente  el  recuerdo. 

Aquí  queda  mi  fortuna 

tal  vez  expuesta  al  incendio... 

¿Pero  qué  hacer?  el  reposo 

de  mis  hijas  es  primero. 

ESCEXA    XI 

D.  PABLO,  TEÓFILO,  por  el  foro. 

Música 

TeÓ.     ¡Niño,  niño,  lo  que  pasa! 
vea  que  jase  su  mesé: 
han  yegáo  los  insuleto, 
helo  vito  en  e  batey. 
Van  almáo  jata  lo  diente, 
tienen  cala  muy  feló, 
y  á  la  gente  del  ingenio 
han  ponió  en  dispelsión. 
Sólo  Juan  e  guarapero 
quela  con  e  mayorá 
repaltiéndoles  bebía... 
vilo  yo  y  corre  pa  acá 
á  contate  niño  ^to 
pa  que  tú  juya  de  at]uí, 
y  ó  te  yevas  á  las  niñas 
ó  tóos  vamo  á  morí. 

Niño  de  mi  alma, 
juya  su  mesé, 
po  que  si  le  cojen 
le  cueta  la  piel. 


—  26  — 

¡Ay,  amito  mío, 

vámono  pol  Dio! 
Te  lo  pío,  niñito  e  rodiya; 
vámono  de  aquí  pol  compasión. 

Yo  te  ensiyo  lo  cabayo 
en  meno  de  un  satiamcn, 
y  tú,  niño,  con  las  niñas 
escapaos  salís  los  tés. 
Yo  que  tengo  grüena  piena, 
yo  te  seguilé  detás 
aunque  sea  á  fin  d'e  mundo 
si  á  la  fin  d'e  mundo  vas. 
Que  neguito,  pobesito, 
si  lo  yegan  á  cojé, 
aunque  pielda  lo  que  pielda 
poco  tiene  (jue  peldé. 

Hablado 

Pab.     Calla:  que  no  se  aperciban 

mis  hijas. 
Te(').  lis  que... 

Pab.  Silencio. 

Vamos  allá. 
Teó.  ■     ¡Cómo  allá? 

¡Ay,  su  mesé  no  etá  güeno! 

Niño:  pué  salí  la  topa 

y  piyano  ente  do  fuego. 
Pab.     Sigúeme  y  calla. 
Tp:c').  Aquí  etán. 

Pab.     Ya  es  inútil... 
Teo.  ¡Pade  nueto!.. 

ESCENA  XII 

DICHOS,    un    CABECILLA  por  el  foro,  \ arios  insurrectos 
que  quedan  á  la  parte  de  fuera. 

Cab.     Esperad:  yo  entraré.  ¡A  ver! 

;En  donde  se  encontrará  el  dueño?.. 
V.\H.     Vo  sov. 


Cab.  Pues,  no  hay  que  alarmarse; 

no  venimos  con  objeto 

de  hacer  aquí  daño  alguno; 

todo  lo  respetaremos 

si  usted  nos  dá  de  buen  grado 

lo  que  le  pida. 
Pafí.  ¿Qué  es  ello? 

Cab.      ITn  rancho  para  mi  gente. 
Pab.     ¿Es  mucha? 
Cab.  Siempre  seremos 

unos  sesenta. 
Pab.  ¿No  más? 

Cab.     Nada  más.  ¡Voto  al  infierno! 

¡Si  nos  han  dejado  encuadro! 
Pab.     Víveres  de  sobra  tengo, 

disponga;  mi  mayoral 

satisfará  su  deseo. 
Cab.     ¿Qué  caballos  tiene  usted? 
Pab.     Cosa  es  esa  en  que  no  puedo 

complacerle  cual  quisiera: 

uno  para  mi  uso  y  viejo, 

dos  que  ocupo  en  las  faenas 

de  la  labor,  y  no  ofrezco 

por  inútiles,  dos  potros 

aún  no  domados... 
Cab.  Acepto 

los  cinco. 
Teo.  (;Qué  é  lo  que  dise?) 

Cab.     Me  hacen  falta... 
Pab.  Pero... 

Cab.  Pero... 

si  no  me  los  dá,  los  tomo. 
Teo.     (¡Yeváse  de  aquí  e  canelo 

y  e  poto  toldo  y  e  bayo! 

Eso  no.) 
Pab.  Disponga  de  ellos. 

Teo.    (¿Qué  vá  á  sé  entonse  de  mí? 

¡Yo  que  los  clié  á  mi  pecho, 

como  quien  dise!) 
Cab.  El  ganado 

escasea;  yo  lo  siento... 

Con  la  maldita  requisa 


—  28  — 

por  las  tropas  del  Gobierno 
se  vá  poniendo  difícil 
el  encontrar  un  jamelgo. 
Tko.     (Pos  eto  no  te  lo  yeva; 

yo  me  juyo  po  aquí  dentó, 

salto  ventana,  lo  saco 

de  la  cuada,  y  too  elecho 

al  bohío  é  mi  compade 

que  etá  selca,  me  los  yevo, 

y  si  quiés  monta,  te  monta 

en  las  anca  e  tu  agüelo.  Si- vá  sin  sor  vísk.  por  la  pwrt.i  de 

la  (lorocha. 

Cab.     Vamos  á  otra  cosa.  Ahí  traigo 

un  español  prisionero; 

joven,  valiente...  cayó 

en  mi  poder;  lo  conservo, 

porque  si  á  mi  vez  mañana 

doy  en  manos  de  esos  perros, 

pudiera  servir  de  canje 

para  salvarme  el  pellejo. 

Me  conviene,  pues,  guardarle 

como  oro  en  paño. 
Pab.  Lo  creo, 

Cab.     Le  haré  pasar,  está  ahí; 

viene  fatigado  y  quiero 

que  descanse. 
Pab.  Como  guste. 

Usted  cumpla  su  deseo. 

ESCENA   XIII 

DICHOS  y  RAFAEL,  por  el  foro,  viste  de  capitán  del 
líjército,  y  se  presenta  sumamente  abatido. 

Cab.     Adelante  el  preso;  presto. 
Pab.      ¡Qué  es  lo  que  miro!  ¿No  es  él? 

RAF.       ¡Padre   mío!    Corriendo  :l  sus  brazos. 

Pab.  ¡Rafael! 

¡Hijo  del  alma! 
Cab.  (¡Qué  es  esto!) 

Pab.     ¡Eres  tii!  ¿No  es  ilusión? 
Raf.     ;Y  madre?  Con  ansifda.i. 


-  29  — 

Pab.  ¡Pobre  María! 

vá  á  matarla  la  alegría. 
Rap\  ¡Madre  de  mi  corazón! 
CaH.      ¡Caso  extraño!    ¡Por  mi  fé 

que  nunca  pude  pensar... 

viene  á  su  casa  á  parar, 

y  es  usté  su  padre;  usté! 
Pab      Si,  yo  que  bendigo  al  cielo 

que  á  mis  brazos  lo  ha  traído; 

yo  su  libertad  le  pido, 

no  me  niegue  ese  consuelo. 

Si  es  su  corazón  hidalgo 

no  más  mi  gozo  dilate: 

pida  usted  por  su  rescate 

cuanto  tengo  y  cuanto  valgo. 
Cab.     Inútil  es  su  porfía. 
Pab.     Esa  respuesta  me  aterra. 
Cab.     Azares  son  de  la  guerra; 

ya  vé,  la  culpa  no  es  mía. 
Pab.     Pero  es  que... 
Cab.  No  insista  más; 

servirle  no  está  en  mi  mano 

y  todo  ha  de  ser  en  vano.  , 

Vamos  de  aquí. 
Pab.  ¿Dónde  vas? 

Cab.     No  es  este,  para  tal  preso 

sitio  que  á  mi  gusto  cuadre. 
Pab.  ¡y  no  ha  de  ver  á  su  madre! 
Cab.     ¿Qué  vá  á  adelantar  con  eso? 

Salgamos. 
Pab.  ¡Por  compasión! 

muéstrese  usted  generoso. 
Raf.      Ella  es  la  paz,  el  reposo 

de  mi  triste  corazón. 

Cab.     v.iici.iopoicini.'go.  Hable  con  su  madre  si  es 
cuanto  su  ventura  labra; 
pero  dándome  palabra 
de  no  fugarse  después. 

Raf.       La  doy.  Movimiento  de  iiKlignatiúnrcpiiinid.i. 

Pab.  ¿No  está  satisfecho? 

Cab.       Dudo..  .   Vacilando. 


—  30  — 

Raf.     Con  enterezíi.  Lc  dcbo  advertir, 

que  es  incapaz  de  mentir 

quien  lleva  esta  cruz  al  pecho. 

Ella,  de  lealtad  crisol, 

ni  se  mancha,  ni  deshonra: 

la  de  San  Fernando:  honra 

del  ejército  español. 
Cab.     Bueno:  no  tema  que  insista... 

pero,  si  por  un  descuido 

trata  de...    tenga  entendido 

(]ue  hay  centinelas  de  vista.  vas.>  fon.  izquierda. 


ESCENA  XIV 

D.  PABLO  y  RAK.\KL:  fuera  dos  ceatinelas. 

Raf.     ¿Dónde  está  madre? 

Pab.  Detente 

y  que  la  prevenga  deja. 
Raf.     ¡Ay!  ¿eso  usted  me  aconseja 

cuando  estoy  tan  impaciente? 

¡Cuando  deshecho  en  pedazos, 

mi  corazón  ahora  siento, 

me  retarda  usté  el  momento 

de  estrecharla  entre  mis  brazos! 
Pab.     ¡Chis,  calla:  ocúltate  allí  PucrtaUítoiaiiiorc-ciia. 

que  al  punto  á  llamarla  voy. 
Raf.     Mire  usted,  por  Dios,  que  estoy 

deseando  verla, 
Pab.  Entra  ahí. 

ESCENA  XV 
D.  PAULO,  MARTA,  EMILIA,  luego  RAFAEL. 

Pab       ¡María,  Emilia!  Liumanru.. 
Mar.    Saliendo.  ¿Qué  pasa? 

Pab.     Ante  todo,  hijas,  os  ruego 

no  os  alarméis:  ningún  daño 

nos  amenaza. 


Mar.  ¡Dios  mío! 


;í1  — 

Mar.  No  entiendo... 

Pab.     Ya  me  veis  á  mí,  tranquilo... 

Van  á  estar  muy  poco  tiempo 

y  vienen  de  paz. 

¡ 

¿Pero,  quién? 
Pab.  Los  insurrectos. 

Mar.     ¡Los  insurrectos  aquí! 
Pab.     No  asustaros. 
Emi.  ¡Ayi  íibuelo! 

Pab.     Vamos,  ya  he  dicho  que  calma, 

que  no  os  amenaza  riesgo 

alguno;  si  así  no  fuera 

¿estaría  yo  sereno? 
Mar.    No:  si  usted  está  agitado, 

si  en  ese  semblante  veo... 
Pab.     Bueno,  sí;  agitado  un  poco; 

algo  alterados  los  nervios, 

nada  más...  y  otra  es  la  causa... 
Mar.    ¿Otra? 
Pab.  (Maldito  si  acierto 

á  decirlas...) 
Mar.  Diga  usted. 

Pab.     (Pues  señor,  no  hay  más  remedio. 

La  causa  de  hallarme  así, 

ocultárosla  no  quiero: 

me  ha  condolido  la  vista 

de  un  oficial  del  PZjército 

que  la  partida  conduce. 
Mar.    ¿Herido? 
Pab.  No,  prisionero. 

Mar.    ¿y  ese  oficial? 
Pah.  Está  aquí. 

Mar.    Nosotras  le  atenderemos 

como  si  fuera  persona 

de  la  familia. 
Pab.     Con  intención.       Algo  hay  de  eso.. . 

Mar.      ¡Qué  dice   usted!   Asombrada. 

Pab,  Ten  valor. 

Mar.  ¡Es  él!  compionaiondo. 
Pab.  El  es. 

Mar.  ¡Dios  eterno! 


-  m  - 

¡Hijo! 

RAF.       Saliomlo  y  comniuloá  sus  bia/os.  ¡Madre! 

Mar.    ¡Mi  Rafael,  mi  consuelo! 
Raf.     ¡Emilia...  madre  del  alma, 

bien  haya  mi  cautiverio 

que  el  placer  me  proporciona 

de  estrecharos  á  mi  pecho. 
Mar.    Padre,  hay  que  ver  de  que  modo 

lo  salvamos,  lo  escondemos... 
Pab.     Calla,  ó  estamos  perdidos; 

nos  vigilan.    Mira.    Por  ios  centinelas. 

Mar.  ¡Cielos! 

¡Esos  hombres!.. 
Par.  Imposible 

que  salga  de  aquí. 
Mar.  ¿No  hay  medio 

de  librarlo?  Ofrezca  usted... 

quizá  á  fuerza  de  dinero... 
Raf.    Lo  hizo  ya:   todo  fué  en  vano. 
Mar.    Pues  es  preciso. 
Pab.  Silencio... 

calla:  no  os  mováis  de  aquí. 
Mar.    ¿Nos  deja? 

Pab.  Por  un  momento  , 

Mar.    ¡Padre!.. 
Pab.  (El  todo  por  el  todo. 

•?  ¿por  qué  espero? 

¡Su  libertado  mi  muerte! 

Dios  me  ayude!)  Pronto  vuelvo,  vaso  foro  aoieciia. 

ESCENA   XVI 

MARÍA,   EMILIA  y  RAFAEL. 

Mar.    ¡Hijo  del  corazón!    por  fin  mis  ojos 

hoy  te  vuelven  á  ver;  no  sabes  cuánta 
mi  angustia  ha  sido;  las  fatales  horas 
que  tu  madre  infeliz,  acongojada, 
poseída  de  negra  incertidumbre 
sintió  á  pedazos  desgarrarse  el  alma. 
¿Qué  te  impidió  escribir? 


—  33  — . 

R^AF.  ¡Mi  desventura, 

mi  suerte  adversa,  mi  fortuna  aciaga! 
No  bien,  madre,  curé  de  mis  heridas, 
partí  para  Colón;  allí  se  hallaban 
mis  compañeros  y  ocupé  mi  puesto; 
al  poco  tiempo  se  ordenó  la  marcha, 
y  la  columna  la  emprendió  anhelante 
de  luchar  y  vencer,  ardiendo  en  ansias. 
Tras  continuas  fatig-as,  conseguimos 
hallar  del  enemigo  la  vanguardia, 
mientras  el  grueso  en  la  manigua  oculto 
traidor  acecha  y  la  ocasión  prepara. 
No  se  hizo  ésta  esperar:  nos  recibieron 
con  diluvio  mortífero  de  balas: 
el  combate  se  empeña  y  todo  era 
ayes  y  acentos  de  dolor  y  rabia. 
Despreciando  la  muerte  y  alentados 
al  grito  embriagador  de  ¡viva  España! 
tomar  sus  posiciones  conseguimos 
y  en  vergonzosa  fuga  se  declaran. 
El  calor  de  la  lucha  que  enardece, 
el  entusiasmo  que  el  valor  inflama, 
voces  de  mando  á  su  pesar  no  escuchan, 
ciegan  la  vista  y  la  razón  embargan. 
Así  yo,  con  los  bravos  que  me  siguen 
y  á  mi  mandato  bayoneta  calailf 
del  enemigo  en  tan  supremo  instante 
alcanzar  conseguí  la  retaguardia. 
De  pronto,  como  tromba  desprendida, 
cual  huracán  que  cuanto  toca  arrasa, 
cien  ginetes,  cien  furias  del  averno 
sobre  nosotros  con  arrojo  cargan, 
¡y  mis  héroes  perecen!..    ¡Mi  cabeza 
del  machete  feroz  vi  amenazada... 
y  «ríndete»  me  gritan:   pero  en  vano; 
;quién  si  estima  su  honor  dá  en  esa  infamia? 
Soldado  y  español,  y  defendiendo 
los  sagrados  derechos  de  la  Patria, 
morir  antes  mil  veces...  que  la  honra 
si  se  muere  con  gloria,  se  agiganta. 

Mar.    ¡Dios  mío!  Pero  tú... 

r^-^F-  Yo,  madre  mía 


„  34  — 

nunca  al  peligro  le  volví  la  espalda: 

prisionero  caer  me  hizo  el  destino; 

no  me  perdió  el  temor,  fué  la  desgracia. 

Mar.    ¡Pobre  hijo! 

R.^F.  De  entonces,  maniatado, 

trepando  sin  cesar  por  la  montaña, 
falto  de  fuerzas,  sin  tener  siquiera 
por  alivio  á  mi  mal  una  esperanza, 
cien  y  cien  veces  en  la  muerte  pienso, 
que  es  esta  vida  insoportable  carga. 

Mar.    Hijo,  resignación:  Dios  lo  ha  querido... 
;quién  su  divina  voluntad  contrasta? 

ESCENA  XVII 

DICHOS,  el  CABECILLA  é  insurrectos. 

Cab.     Aquí  tampoco.  No  hay  duda 

de  que  se  nos  tiende  un  lazo. 
Raf.     ;Qué  dice  usted? 
Cah.  Que  ese  viejo 

á  quien  busco  y  que  no  hallo 

por  ninguna  parte,  trata 

quizá  de  darme  un  mal  rato; 

pero  yo  se  lo  he  de  dar 

mucho  peor. 
Raf.  Ese  anciano 

de  quien  habla  usté,  es  el  padre 

de  mi  padre,  noble,  honrado, 

y  no  tiene  usted  motivos... 
Cap..     ¡Calla  mozo:   ¿si  es  tan  santo, 

en  dónde  está?  ¿por  qué  huye? 

¿por  qué  oculta  los  caballos 

que  me  ofreció?  ¿Por  qué  hipócrita 

no  me  advirtió  que  cercano 

al  ingenio  existe  un  fuerte 

con  tropas?  ¿Me  crees  tan  sandio 

que  no  disponga  de  espías. 

en  todas  partes?  Don  Pablo 

Hofarull,  peninsular, 

hombre  rico  y  hacendado 


—  35  — 

de  Matanzas,— ya  tú  ves 
que  de  todo  estoy  al  cabo, — 
visto  que  ni  ofrecimientos 
ni  súplicas  le  bastaron 
para  lograr  su  deseo 
de  verte  libre...   insensato, 
pensó  otra  cosa. 

Mar.  Xo,  no; 

usted  supone... 

Pab.  Yo  hablo 

y  sé  lo  que  digo;  soy 
perro  viejo...   yo  veo  claro. 
¿A  qué  obedece  su  fuga? 
¿en  dónde  están  los  caballos? 
Nos  ha  vendido:   mi  gente 
rendida  está  de  cansancio, 
tengo  que  huir;  pero  antes 
mi  venganza;  así  le  pago 
como  merece.   Disponte 
á  morir. 

Mar.  ¡Dios  soberano! 

¡Qué  vá  usté  á  hacer! 

Emi.  ¡Rafael! 

Cab.     Así,  con  cuatro  balazos 

termina  el  asunto.    ¡A  ver, 

dos  hombres.    Se  presentan  dos  iiiMinoct 
Mar  .     En  el  colmo  dol  terror.  ;EstOy  SOliando? 

¿Será  verdad  lo  que  oí? 

; Podrá  ustecl  ser  tan  cruel? 
Cab.     Ño  hay  remedio. 
Mar.  Rafael, 

no  te  separes  de  mí. 
Raf.    Madre... 
Cab.  Andando. 

Mar.  No  saldrá. 

Cab.     Señora,  aléjese. 
Mar.  No; 

en  tanto  que  aliente  yo 

de  mí  no  se  apartará. 
Cab.     No  puedo  el  tiempo  perder. 

R  VF.       \  amos.    Hueiendo  un  esfuerzo  .supremo. 

Kmi.      Tente,  desgraciado.  Cogiéndose  á  éi. 


RAK.        ¡Oh  !  Con  rl  Miayoi-  ,l..lor  „mU;np\Am\o\n^. 
EMI.        Con  angustia.     j\''aS  á  SCT  fusílado! 

Mak.    Como  loca.  ¡Mentira,  no  puede  ser! 

No  será,  no;  tú  te  engañas, 

destrozar  queréis  mi  pecho: 

no  es  posible,  ¿qué  os  ha  hecho 

el  hijo  de  mis  entrañas? 
C.\B      Con  su  vida  ha  de  pagar 

la  felonía  del  padre. 
Mak.    ¡Asesinos! 
Rak.     c<.ni...n¡i>ji.inh,.  Madre! 
I^^Mi.     Lo  mismo.  Madre! 

Mak.    ¡Ay;  me  lo  quieren  matar!  . 

;Y  seréis  tan  inhumanos? 

\o,  no;  tal  hecho  os  infama: 

Dios  maldice  al  que  derrama 

la  sangre  de  sus  hermanos. 

Rl,  de  todo  el  orbe  rey 

no  os  perdonara  jamás; 

recuerda:  «No  matarás» 

prescribe  su  santa  Ley. 

El  ser  villano  y  ruin 

que  contra  esa  Eey  atente, 

llevará  impresa  en  su  frente 

la  maldición  de  Caín. 

Música 

Cah.  Para  escuchar  sermones 

no  es  esta  la  ocasión; 
la  ley  en  toda  guerra 
la  impone  el  vencedor. 
No  tengo,  por  lo  tanto, 
más  leyes  que  acatar 
que  aquellas  que  me  dicte 
el  fuero  militar. 

Kaf.  ¡Militar,  militar  tú! 

;De  (jué  ejército? 

Cah.  '  De  aquel 

que  libertador  se  nombra. 

'■^Ai-.  ¡\'ive  Dios!  la  lengua  ten. 

No  es  soldado  el  audaz  mal  nacido 


que  en  Cuba  ha  ejercido 

su  saña  feroz; 
no  es  soldado  quien  torpe  y  demente 

no  lucha  de  frente 

con  noble  tesón. 
No  es  soldado  el  ingrato  que  á  España 

demuestra  su  saña 

por  vil  interés; 
quien  pretende  escupiendo  veneno 

sumirla  en  el  cieno 

que  encharcan  sus  pies. 

No  es  soldado  el  sanguinario 
que  aquí  causa  tanto  mal; 
no  es  soldado  el  incendiario; 
no  es  soldado  el  criminal. 

Cab.     Basta,  basta:  con  tu  sangre 

ese  insulto  he  de  lavar. 
Mar.     ¡No,  por  Dios! 
Emi,  ¡Virgen  piadosa! 

¡Compasión!  Aiiojáiuiose  ¡í  sus  pi.-s. 
Mar.     Lo  mismo.  ¡Piedad,  piedad! 

Cab.     Es  inútil  todo  ruego; 

es  en  vano  vuestro  afán. 
Mar.    Suplicante.  ¡El  es  vida  de  mi  vida! 

Lo  mismo.   ¡Su  perdón,  por  caridad! 
Cae      Del  furor  de  mi  venganza, 

vive  Dios,  no  escapará. 

R.AP".       Indignado,  levanta  á  su  madre  y  hermana  y  dice  con  energía. 

Basta  de  súplicas; 
madre,  valor; 
me  deshonrara 
con  su  perdón. 

En  aras  de  la  patria 
mi  vida  entregaré: 
de  la  lealtad  soy  mártir, 
contento  moriré. 
Llevadme  al  sacrificio 
n,o  me  intimido,  no; 


—  38  — 

que  á  la  española  raza 
le  sobra  corazón. 
Mar.  Mi  vida  es  un  suplicio, 

la  muerte  anhelo  yo; 
sin  él  vivir  no  quiero, 
que  es  toda  mi  ilusión. 

Piedad,  piedad; 

perdón,  perdón; 

dejadme  al  hijo 

del  corazón. 
Kmi.  Contento  al  sacrificio 

le  lleva  su  valor, 
sin  ver  que  aquí  nos  deja, 
transidas  de  dolor. 

Piedad,  piedad: 

perdón,  perdón; 

salvad  su  vida, 

por  compasión! 
Cau.  Llevadle  al  sacrificio, 

no  haya  para  él  perdón: 
que  pague  su  osadía, 
c]ue  pag-ue  su  traición. 

No  haya  piedad, 

no  haya  perdón, 

ha  de  ser  víctima 

de  mi  furor. 
Raf.  Llevadme  al  sacrificio, 

no  me  intimido,  no: 
que  á  la  española  raza 
le  sobra  corazón. 

Callad,  callad; 

tened  valor; 

antes  la  muerte 

que  el  deshonor. 

¡Adiós!    Con  un  esfuei-/o  siipi 

<iij.tá.Ki,jio.  ¡Hijo,  detente! 

Raf.       Dejadme.     Procmaiul.Mle.«asiis.-. 

Cab  '  ¡Hasta  ya! 

Llevadle. 
-Mar     Ampaiánd..!...   Xo.  Primcro 

atpií  me  han  de  matar. 

C\B.        SujetadlaS.    Avanzan  «l<.s  ¡nsuncctos. 


Mar. 


—  39  - 

EMI.        KU-vando  las  manos  al  Ciclo.   ¡Oh   DÍOS   mío! 

Mar.       ¡Asesinos!   Kn  la  mayor  dosesp<'iaci.)n. 

CAB.       Con  coraje.       PrOntO. 

Mar.     Con  energía.  ¡Atrás! 

Suplicante.    ¡SOV   madre!..     1><'    repente    cambiando  de  actitud    y 
como  fuera  de  sí.  No:    SOV   fiera 

dispuesta  á  pelear. 
Cab.     ¡Llevadle! 

RAF.       Con  dolor  á  la  vez  que  enérgico,  .se  desprende  de  los  brazos 

de  su  mad  re .     Va  m  O  S . 
Mar*.     Con  desesperación.  ¡Hijo! 

Cab.     ¡Quieta!  sujetándola.  Salid. 

Los  insurrectos  se  llevan  á  Rafael. 
Mar.     Abogadapor  el  llanto.  No. 
EMI.        Lo  mismo.  No. 

Mar.      ¡Yo  muero!  Con  desfallecimiento. 
EMI.        Acudiendo  á  su  madre.    ¡Suerte   impía! 

Raf.    Desde  el  foro.  ¡Madre  del  alma,  adiós! 
ESCENA  XVIII 
DICHOS  menos   RAFAKL 

Hablado 

Continúa  la  orquesta 


Mar. 

Déjeme. 

Cab. 

Loco  es  tu  anhelo. 

Mar. 

¡Por  caridad! 

Cab. 

Es  en  vano. 

Emi. 

En   el   colmo  de  la  desespi^ración   y    con 

eniendo  ya  á  (juién  acudi 
se  arrodilla  ante  el  retrato  de  su  padn'. 

¡Padre,  ruega  por  mi  hermano, 
tú,  que  estarás  en  el  cielo! 

Cab.        Fijando  los  ojos  en  oí  ri'tnito  y  s.irpiendido  á  su  \hhi., 

¡Qué  miro! 
Mar.    Con  extrañeza.  ¿Qué  hay  que  Ic  asombre? 
Cab.    Con  ansiedad.    ¡Oh,  mi  ccrebro  sc  abrasa! 

¡Qué  recuerdo!    ¡Ms  él!    ¡La  casa!.. 

;Quién  es?.. 


—  40  — 

Mak,  Mi  esposo. 

Ca15.  ¿Ese  hombre? 

(¡Ah!  mi  memoria  despierta!) 

;Há  veinte  años,  un  herido 

fatigado  y  perseguido 

lleg-ó  al  umbral  de  esa  puerta? 
Mar.   Si,  si. 
Cab.  {¡Confúndeme  averno!) 

;Y  era,  él  que  amparo  pedía?.. 
Mar     Separatista,  que  huía 

de  las  tropas  del  Gobierno. 

;Mas  qué  interés?.. 
Caií.  ¡Por  Dios  vivo! 

;Aún  no  comprendisteis?.. 
Mar.    "      '  No. 

C.\H.     ¿No  os  dice  el  alma  que  yo 

soy  el  pobre  fugitivo? 
Emi.      ¡Cielos! 
Mar.  ¡El! 

Cab.  Tu  corazón 

aliente;  salvarle  ansio. 

Corro  en  su  busca. 

Se  tlispoiif  ú  salir,  pero  rctrucede  al  lli.'garála  pueila 
ga.  María  y  Emilia  ssc  abrazan  atorradas. 

Mar.  ¡Dios  mío, 

esos  tiros!.. 
Cab.     Con  dvsesporacióii.  ¡Maldición! 


ESCENA  XIX 
DICHOS,   D.    P.AHLO,   RAFAKL,   SARGENTO 


Kaf. 

¡Madre! 

Mar. 

¡Ah! 

Pab. 

¡ 

Infame! 

Sac. 

Muera! 

Mar,    ¡Detentos!..   Oslo    exijo. 
1^\B       ;'rü  le  defiendes? 
Mak.    '  Para  él 

es  sagrado  este  recinto. 
1' Al!.     ;\o  le  arrancó  de  tus  brazos? 


—  41  — 

Mar.    Pero  lueg-o  arrepentido 

quiso  salvarle.   (Ese  hombre,  a  p.  i'-ii. 

fíjese  usted:   es  el  mismo 

que  hace  veinte  años  lleg"ó 

impetrando  nuestro  auxilio.) 
Pab.     ¡El! 
Mar.  Franca  tienes  la  puerta, 

ponte  en  salvo,  no  hay  peligro. 

La  vida  te  salvó  el  padre; 

hoy  se  la  debes  al  hijo. 
Cab.     Gracias,  gracias.  (¡Qué  vergüenza! 

vSólo  venganza  respiro!)  fiaic  p.u- ..i  loio. 


ESCENA  XX 

DICH(^S,  menos  CABECILLA;  liRr^;.,    lEUFlLu, 
con   un   ritlr. 

Sar.     ;Y  lo  dejan  escapar? 

Eso   no...     Quorieudo  segiiiile. 

Raf.     Detenk'ndoie.  Alto,  Sargento. 
Sar.     ¡Mi  capitán! 
Pab,  A'^ano  intento. 

Dios  nos  manda  perdonar. 

Suena  un  disparo. 

;Qué  es  eso? 
Raf.  Cercana  fué 

la  detonación. 
Mar.  ¡Dios  mío.' 

Tro.    Entiandó.    No  hay  que  asutase,  yo  he  sío. 

¡Y  mu  bien  que  le  apunté! 

Cayó  como  un  guacamayo... 
Pab.     ;Pero  qué  has  hecho? 
Tro.    '  *  Mátelo; 

se  quea  sin  e  canelo, 

y  sin  e  toldo  y  e  bayo. 
Pab.      ¡Dios  justo  y  omnipotente! 
Sar.     (Este  desidió  el  empate.) 

Oye.  cara  e  chocolate, 

choca:  eres  un  valiente. 


—  42  — 

Penetra  en  esfoiía  un  rcsplaiuloi- rojizo. 

Mar.    ;Y  este  resplandor? 

Pab.  Comprendo. 

¡La  última  hazaña! 

Raf.  ¡Es  verdad! 

TeÓ.      ¡Jesú  que  balbalidad! 

too  el  cañavedal  aldiendo! 

Raf.     Esa  es  la  ruina  que  en  pos 
de  sí,  dejan  los  impíos. 

Pab,     De  rodillas,  hijos  míos, 
y  demos  gracias  á  Dios; 
al  Ser  misericordioso 
que  te  ha  salvado  la  vida:  a  Raf 
El,  á  la  patria  querida 
en  breve  torne  el  reposo. 
Pedidle  que  para  gloria 
de  los  pechos  esforzados, 
conceda  á  nuestros  soldados 
el  laurel  de  la  victoria: 
Pedidle  que  en  la  campaña 
contra  el  rebelde  maldito, 
no  resuene  más  que  un  grito: 
el  o-rito  <le 


FIN  BE  LA  OBRA 


APÉNDICE 


Con  el  objeto  de  que  las  compañías  de  verso  á  quie- 
nes convenga,  puedan  representar  esta  obra  como  drama, 
se  inserta  á  continuación  la  parte  hablada  necesaria,  en 
sustitución  de  las  piezas  musicales;  en  el  bien  entendido 
que  el  pago  de  los  derechos  de  representación  han  de 
ser  en  todo  caso  los  que  corresponden  según  tarifa  á  las 
zarzuelas  en  un  acto. 

EvSCENA    VI 
MARÍA  y  EMILIA. 

(En  sustitución  del  dúo) 

E.Mi.      Mamá,  deseche  la  pena; 

tal  vez  algún  militar 

noticias  nos  pueda  dar. 

Vamos,  esté  usted  serena. 
Mar.    No,  no  puedo  en  mi  quebranto 

abandonar  un  momento 

el  negro  presentimiento 

que  me  aflije  tanto,  tanto... 
E.Mi.     Cuando  se  pone  usté  así 

me  destroza  el  corazón. 
Mar.     ¡Mal  haya  la  insurrección; 

hijo  del  alma!   ¡Ay  de  mí! 

¿Cómo  aliviar,  hija  mía 

esta  pena  que  me  acaba? 

{no  me  escribió  que  se  hallaba 

en  Colón  su  compañía? 
Eau.     Pero,  padre  dice... 
Mar.  El 

quiere  mi  angustia  calmar 

en  vano;  ;cómo  negar 


—  44  — 

lo  (jue  dicP  este   papel?  ¡Mosti-aiulo  >ma  oaita. 

¡Su  carta!  ¡Y  quieres  que  cese 
mi  dolor,  y  que  no  crea!. 
Deja  (jue  otra  vez  la  lea. 
y  que  con  pasión  la  bese. 

Aquí  la  lectura  de  la  carta  que  figura  en  esta  escena 
y  que  empieza:  t. Madre:  curado  delnial,  etc.,-»  y  des- 
pviés  lo  que  sigue  hasta  el  final. 


ESCKNA   X 

Suprimida  la  romanza,  enlazan  el  último  verso  del  re- 
citado anterior  á  esta,  con  el  primero  del  posterior  á  la 
misma. 

ESCENA  XI 

D.   PABLO,   TEÓFILO  por  el  foro. 

Suprimido  el  raconto,  empieza  así  la  escena: 


TkÓ.      Kntva  conioiido  y  siiinaniciilo  asustado. 

¡Señó,  señó!  ¡Cleo  en  Dio  pade! 
Pah.     ¿Qué  pasa? 
Tió.  Cliadó  del  sielo... 

Pai!.     Responde... 
Teó.  y  en  ¡esuclito... 

PaI!.      ¿Qué  tienes? 
Tkó.  Lo  insulecto. .. 

í'ab.      ¡Cómo! 
Tkó.  Etán  en  e  batey; 

\ilo  yo. 
Pau.  ¿Pero  eso  es  cierto? 

Tf.ó.    Jablan  con  e  mayorá, 

y  con  Juan  e  guarapero, 

cjue  les  han  sacáo  bebía; 

po  que  yo  vilo  bebiendo 

al  í  p'allá,  y  he  dao  güeta 

l)a  contate,  niño,  eto. 

Sigue  la  parte  hablada  hasta  el  final. 


—  45  — 

ESCENA  X\1I 

DICHOS,   CABECILLA   é  insurrectos. 

Suprimido  el  cuarteto,  continúa  la  escena  después  del 
verso  que  dice:   «/íz  nialdicióii  de  Caíii,y>  en  esta  forma: 

Cah.      No  estamos  para  sermones, 

ni  la  moral  (¡ue  eso  encierra 

puede  rezar  con  la  guerra, 

por  diferentes  razones: 

ni  tengo,  por  Belcebú, 

otras  leyes  que  acatar 

más  que  la  ley  militar. 
Mar.     ¡Militar,  militar  tú! 

;De  (jué  ejército? 
(^AB.  ¡Señora! 

Raf.     No  es  soldado  el  mal  nacido 

que  sobre  (Aiba  ha  ejercido 

su  saña  devastadora; 

el  ingrato^  que  después 

de  deberle  á  España  todo, 

quiere  sumirla  en  el  lodo 

donde  él  arrastra  sus  pies. 

No  es  soldado,  (¡uien  artero 

vá  blandiendo  sanguinari(J 

la  tea  del  incendiario 

y  el  puñal  del  bandolero. 

Cab.       Basta,   basta.    Eiicolorizado. 

lÍMi.      Supiieaiito.         ¡ Por  fa\'or; 
no  haga  caso! 

Cah.       Yendo  hada  Rataol.  Venga. 
Mar.     Colocándose  delante.  ¡  A  trás ! 

Hijo!.. 
Raf.  No  ruegue  usté  más 

ni  exacerbe  su  furor. 
;Quién  vuelve  la  vista  al  ciego? 
Pensad  en  mi  despedida, 
que  es  de  la  patria  mi  vida 
}•  que  en  sus  aras  la  entrego. 
Mártir  soy  de  la  lealtad 
aunque  mísero  soldado: 
dejo  á  usted  su  nombre  honrado... 
madre,  Emilia,  no  llorad, 


—  46  — 

(jue  vuestro  llanto  de  amor 
incita  al  mío  candente, 
y  puede  creer  esa  gente 
(|ue  vá  á  faltarme  valor. 

Adiós!    Cojc  la  cabeza  do  María  entre  ambas  manos,  lo  dú  un  beso  en  la 
fronte  y  hace  un  esfuerzo  para  desprenderse  do  sus  brazos. 
MaU.     Sin  soltarlo.  No. 

lí.Mi,     Lo  mismo.  No,  desgraciado! 

KaF.       Pugnando  por  desasirse.  Suélteme   USted! 

Mar.  No:  primero 

mil  veces  la  muerte  (juiero 

(jue  a[)artarme  de  tu  lado. 
Raí-.     Dejadme! 

Mak.  De  ningún  modo. 

Cai5.     Sujeradla  pronto. 
Mar.  ¡Afuera! 

Soy  madre:    no,  no;  soy  fiera 

dispuesta  á  arrostrarlo  todo. 

CaU.       ¡Vive   Dios!    Partid.   .Sujetándola. 

Mar.  Yo  muero. 

¡Hijo,  hijo! 
Raf.  ¡Suerte  impía! 

Mar.  ! i  lijo! 
('ab.  ¡Quieta! 

Raf.  i><sde  el  f.ir.i.       Madre  mía! 

Mar.  ¡Mijo  del  alma!     ¡No  quiero! 


ESCENA  XVIII 

Desde   esta  escena  hasta  el  flnal  de  la  obra,  todo  tal 
como  está  en  el  libreto. 


OBRAS  DEL  MISMO  AUTOR 


ZARZUELAS 

Para  una  modista...  mi  sastre. — En  un  acto  y  en  verso,  música  del 

maestro  Cereceda. 
Torhellino. — En  un  id.  en  prosa,  del  id.  Rubio. 
Los  dos  Cazadores. —  En  un  id.  en  verso,  música  del  id.  Cereceda. 
Donde  menos  se  piensa... — En  un  id.  en  prosa,  música  del  id.  Rubio. 
La  Virgen  del  Pilar. — En  tres  actos,  en  verso  y  prosa,  música  del 

id.  Vehils. 
/  Caridad! — B>n  uii  acto  y  en  verso,  música  del  mismo . 
Fiestas  de  antaño. — En  un  acto,  en  verso,  música  del  maestro  Nieto. 
Arte  de  Birlibirloque. — En  un  acto,  en  verso,  música  del  id.  Reig . 
El  Jefe  número  cuatro.  — En  un  acto,  en  verso,  música  del  id.  Man- 

giag'álli. 

COMEDIAS    Y    DRAMAS 

La  Corte  no  es  para  f/.  — Comedia  en  un  acto  y  en  verso. 

Tirios  y  troyanos.  —Id.  en  id.  id. 

La  Batalla  de  Aleolea. — Id.  en  id.  id. 

El  aceite  de  bellotas. — Id.  en  id.,  en  prosa. 

¿Quién  es  Calleja?— !<{.  en  id.,  en  id. 

La  Fiesta  del  Santo.  —  En  un  id.,  en  verso. 

Sobre...  vino  una  pendencia. — En  un  id.,  en  id. 

Un  encuentro  inesperado, — En  un  id,  en  prosa. 

Originrdes  y  retratos — En  id.,  en  prosa. 

Corona  de  Siemprevivas. — Loa  en  un  acto  y  en  verso. 

La  Caridad  en  la  guerra. — Drama  en  un  acto  3' en  verso. 

El  quinto  mandamiento. — Id.  en  unid.,  en  id. 

La  Tía  de  mi  mujer.— Comeáia.  en  tres  actos  y  en  verso . 

Ecos  de  yoche-Buena. — Id.  en  dos  actos  y  en  id. 

La  familia  de  Agamenón.— li.  en  tres  actos  y  en  id. 

La  cizaña. — Id.  en  un  acto  y  en  id. 

Las  de  Villadiego.— lá.  en  dos  actos  y  en  id. 

El  Entrometido. — Id.  en  un  acto  y  en  prosa. 

^d  orillas  del  río. — Id.  en  un  acto  y  en  verso. 

Noche-buena  y  noche  mala. — Id.  en  un  acto  y  en  verso. 

Zapatero,  á  tus  zapatos.— lá.  en  un  acto  y  en  verso. 

La  Caja  de  Pandora.— Revista,  en  un  acto  y  en  verso. 

¡El  333! — Comedia  en  un  acto  y  en  verso. 

El  Cántaro  roto. — Id.  en  tres  actos  y  en  verso. 


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